Incongruentes
Carlos Cortés García
Opinión (Domingo 29 Marzo 2020).- Por decirlo fácil, me parece que estamos viviendo en medio de una sociedad desencantada por las incongruencias del poder, al haber muchas diferencias entre lo ofrecido y lo cumplido. Lamentablemente, la mayor parte de lo prometido o no ha sido concretado o se ha logrado, pero en sentido negativo, en acciones que van contra la sociedad mexicana.
Opinión (Domingo 29 Marzo 2020).- Por decirlo fácil, me parece que estamos viviendo en medio de una sociedad desencantada por las incongruencias del poder, al haber muchas diferencias entre lo ofrecido y lo cumplido. Lamentablemente, la mayor parte de lo prometido o no ha sido concretado o se ha logrado, pero en sentido negativo, en acciones que van contra la sociedad mexicana.
Por
ejemplo, en campaña, Andrés Manuel López Obrador ofreció bajar el precio de la
gasolina y, tristemente, el precio de los combustibles sólo bajó, año y medio
después de su ascenso al poder, y como consecuencia del desplome del precio
internacional del petróleo hace algunas semanas.
Asimismo,
entre las promesas incumplidas por el presidente López Obrador están: el
combate a la corrupción; juzgar a los ex presidentes; garantizar a los
mexicanos atención médica de calidad y medicamentos gratuitos; establecer un
sistema de salud de primera; fomentar la actividad pesquera para mejorar la
vida de las comunidades costeras y ribereñas; transferir a las comunidades
mineras el impuesto que se cobra a las empresas por la extracción-
También,
ofreció la cancelación de fideicomisos o cualquier otro mecanismo utilizado
para ocultar fondos públicos y evadir la legalidad y la transparencia; la
reubicación de las secretarías del gobierno federal en las distintas entidades
de manera voluntaria y sin afectar a los trabajadores; la eliminación de las
inspecciones a establecimientos comerciales, para evitar el soborno y la
mordida; la generación de la confianza entre los ciudadanos; la creación de un
corredor económico y comercial en el Istmo de Tehuantepec; la constitución de
266 coordinaciones de seguridad pública atendidas por la Guardia Nacional; y la
defensa de los derechos de nuestros paisanos a través de los 50 consulados de
México en Estados Unidos, entre otros muchos compromisos asumidos.
Esos
son sólo algunos de esos compromisos que el presidente López Obrador no ha
cumplido, y a estas alturas de la administración, se ve difícil que los cumpla,
sobre todo porque, de acuerdo con análisis económicos levantados por organismos
financieros internacionales, la economía nacional, después de la pandemia del
coronavirus, habrá de caer en poco más del siete por ciento, lo que implicará
una pérdida de más de dos millones de empleos que, comparados con los pobres
trescientos mil que se vienen creando por año, para lograr regresar al momento
en que México se encontraba a principios de 2020, antes del coronavirus,
tendrán que pasar alrededor de siete años, tres más allá de la conclusión de la
presente administración.
Baste
decir que al final de la administración del priísta Enrique Peña Nieto, en
2018, se crearon 3.6 millones de empleos, alrededor de 600 mil por año, los que
no fueron, a todas luces suficientes. De acuerdo con el informe de la
Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, Perspectivas del
empleo 2018, México reporta un promedio salarial de 4.6 dólares diarios, cuando
el promedio de los salarios que se pagan en los países miembros de la
organización, es de 16.8 dólares por día. Además, el organismo advirtió que si
bien la tasa de desempleo disminuyó a 3.4%, en el último trimestre de 2017, más
de la mitad de los empleados y trabajadores por cuenta propia están empleados
de manera informal.
El
estudio de la OCDE señala que México sigue estando por debajo del promedio en
muchos indicadores de inclusión en el mercado laboral, siendo la pobreza el
problema más apremiante en el país. “La tasa de bajos ingresos que captura la
tasa de pobreza después de impuestos y transferencias para la población de 18 a
64 años se situó en 13.9% en 2015, colocando al país detrás de Chile entre los
países de la OCDE”, dice.
Pero
lo más grave, es que al presidente morenista, los ciudadanos, todos, le estamos
perdiendo el respeto y la credibilidad. Ahí las cifras de su popularidad que
día a día caen ante un entorno que se hace más complicado en cada jornada. Y
entonces, a través de las “benditas redes sociales”, el “pueblo sabio” se
expresa a través de memes, videos, agrios comentarios y con todos los recursos
a su alcance, porque los ciudadanos están desahogando su frustración contra las
promesas incumplidas, las ofensas cotidianas, la división nacional entre buenos
y malos, y las ocurrencias, con las que el tabasqueño ha intentado gobernar al
país a lo largo de 16 meses, con un saldo negativo hasta hoy: una paupérrima
economía que no ha crecido en su gobierno y un escenario de inseguridad y
homicidios que ha alcanzado valores históricos, nunca antes vistos.
Y
es que el mismo López Obrador, abusando de su “capacidad de comunicación e
interlocución” con la gente, la que tenía cuando era dirigente opositor, ha
construido dos discursos diametralmente opuestos en todos los temas. Y en los
momentos de mayor crisis, antes del COVID-19, hacía uso de distractores para
bajar la presión social en los temas torales que importan al país. Y hoy, el
uso de los distractores empieza a ya no funcionarle al tabasqueño. Y el enojo
de la gente cada vez se hace más latente en sus giras por el interior del país,
giras que no ha querido suspender a pesar del riesgo de salud que eso
representa para él y para los ciudadanos a los que llevan a presenciar sus
discursos.
Entre
los distractores usados por López Obrador, están el enjuiciamiento de los ex
presidentes de México; la rifa del avión presidencial que funcionó una vez,
pero no más; el informe del accidente del helicóptero donde perdieron la vida
el matrimonio Moreno-Valle Hidalgo; y tantos y tantos asuntos públicos que han
sido utilizados como distractores de la grave situación económica, política y
social que vive el país, para muchos, situación inédita, que no se había vivido
nunca. El próximo distractor dicen, será su Cuarto Informe de Gobierno que
habrá de ofrecer en medio de la pandemia el próximo 5 de abril, desde Palacio
Nacional.
No
es un secreto que el presidente ha despreciado a la sociedad mexicana al no
tomar las medidas necesarias, oportunamente, para salvaguardar la integridad de
las familias ante el tremendo riesgo del contagio por coronavirus, y, reitero,
ha abusado de su capacidad como comunicador, burlándose de la gente al
presentar como soluciones por la pandemia sus “detentes”, sus amuletos, su
trébol de cuatro hojas, regalado en Tamaulipas, y su billete de dólar, cuando
lo que debió haber hecho fue haber activado con urgencia el sistema nacional de
salud, lo que ocurrió muy tardíamente, y sólo cuando el recuento de los daños
empezó a ser real. Adicional, muchos mexicanos se quejan de que los hospitales
y centros de salud de todo México no cuentan con los insumos necesarios para
hacer frente al serio problema de salud.
¿Qué
tan real es el coronavirus? Tan real que, al día de hoy, dos gobernadores de
México, Omar Fayad de Hidalgo; y Adán Augusto López Hernández, de Tabasco,
paisano de López Obrador, por cierto, están contagiados, y a pesar de haber
convivido con ellos en los últimos días, el presidente no ha querido realizarse
la prueba del padecimiento, con todo y el alto riesgo que tiene por su intensa
cercanía social de contagiarse, aún y a pesar de la increíble declaración del
Subsecretario Hugo López-Gatell, ungido como vocero del gobierno federal para
esta crisis sanitaria, de que “la fuerza del presidente es moral, y no es una
fuerza de contagio”.
¿Ocurrencias?
¿Desconocimiento? ¿Incapacidad? Es tiempo ya de que el presidente tome, con seriedad,
cartas en este asunto y accione en favor de un tránsito lo menos dañino posible
ante esta pandemia que hoy afecta la vida y la salud de los mexicanos, así como
la economía de un país ya muy afectado por las malas decisiones de un gobierno
que llegó a ser tal sin la capacidad para conducir a este país. ¿La pandemia
fue resultado del gobierno de Andrés Manuel López Obrador? Por supuesto que no.
Pero la toma de decisiones oportunas, sí.
PD.
1. Y hablando de incongruencias, a pesar de la situación social y
económica que se vive frente a la pandemia de COVID-19, y de las medidas que
han tomado los gobiernos de otros países y de entidades del país para aligerar
la carga de los ciudadanos ante la estrategia de #YoMeQuedoEnCasa, el Servicio
de Administración Tributaria, brazo recaudador del gobierno federal, anunció
que “no contempla prórroga para la presentación de la declaración anual 2019”.
A
través de un boletín de prensa, el SAT argumentó que “con una recaudación
óptima, lograremos contar con mayores recursos para comprar ventiladores,
equipo médico, insumos, así como medicamentos que serán vitales para atender a
la población durante la crisis sanitaria. Además, las contribuciones serán
indispensables para mantener la operatividad de los programas sociales
dirigidos a la población más vulnerable”.
Asimismo,
en su comunicado, la dependencia federal asegura que “las contribuciones en
nuestro país deben ser equitativas y proporcionales; eso significa que un
agente económico, persona física o moral deberá cubrirlas en la medida de sus
ingresos y consumos. La equidad significa que, a mayor ingreso, mayor deberá
ser el tributo; a menor ingreso, menor será la contribución a pagar. En esta
coyuntura apelamos a la dimensión social de grandes contribuyentes y a elevar
el rango de valores como la solidaridad y la empatía. Cuando se habla de la
economía moral, nos referimos al bienestar igualitario y fraterno para
garantizar que los pobres, los débiles y los olvidados encuentren protección
ante incertidumbres económicas”.
La
pregunta obligada es, ¿por qué en otros países sí se han tomado acciones para
proteger la economía de los ciudadanos y las familias y en México no? ¿Por qué
en otros países como Canadá, Estados Unidos y El Salvador, se ha dado una
tregua, no sólo al pago de contribuciones, sino al pago de rentas y servicios
de luz y agua, y en México no? ¿Por qué en otros países se ha destinado un
presupuesto muy importante a ayuda a ciudadanos de a pie para que se guarden en
sus casas y en México no? ¿Y por qué gobiernos estatales de México si han
aplicado medidas económicas encaminadas a apoyar a los ciudadanos y las
familias para que, con tranquilidad, puedan aplicar la campaña de
#YoMeQuedoEnCasa con la tranquilidad de tener un taco que llevarse a la boca.
Por
ejemplo, el experto independiente de la ONU especializado en deuda externa y
derechos humanos, el argentino Juan Pablo Bohoslavsky, aboga en favor de la
implementación de un ingreso básico universal de emergencia para que los más
vulnerables, y en particular los numerosos trabajadores del sector informal y
cuentapropistas, puedan sobrellevar la crisis económica que se avecina en el
mundo producto de la emergencia sanitaria por el coronavirus.
También,
Alicia Bárcena Ibarra, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas, advierte que se avecina una
recesión global que hará que el PIB de la región decrezca, el desempleo aumente
y millones de personas se sumen a los índices de pobreza. Y esta circunstancia,
por supuesto, habrá de afectar a México y a los mexicanos.
Asimismo,
el Senado estadounidense aprobó el pasado 25 de marzo un plan “histórico” de
dos billones de dólares para dar oxígeno a la primera economía del mundo,
asfixiada por la pandemia del coronavirus, que ya deja más de mil muertos en
ese país. Impulsado por el gobierno de Donald Trump, y fruto de largas
discusiones entre los senadores y la Casa Blanca, este texto “histórico”, según
los negociadores, se aprobó con el apoyo de los 96 demócratas y republicanos
presentes en la votación.
Este
paquete de ayudas contempla la entrega de dinero a los ciudadanos, de hasta
1,200 dólares por adulto y 500 dólares por niño, en aquellos hogares en que los
ingresos anuales sean inferiores a 150,000 dólares. Además, el proyecto aumenta
significativamente los beneficios de desempleo, a los que también se podrán
acoger los trabajadores independientes, medidas exigidas por los demócratas.
El
texto incluye un paquete de alrededor de 500,000 millones de dólares en préstamos
para pequeñas empresas, así como para las autoridades estatales y locales
afectadas, y casi 30,000 millones de dólares en ayudas para el sector aéreo.
Además, el plan de ayuda propone destinar alrededor de 130,000 millones de
dólares para hospitales, desbordados por la pandemia. El paquete de ayuda será
la mayor inyección de dinero de emergencia en la economía en la historia de
Estados Unidos, más incluso que los rescates financieros de 2008, cuando una
crisis financiera mundial hizo que la economía norteamericana cayera en picada.
Y
mientras eso pasa en Estados Unidos, los contribuyentes mexicanos entendemos la
petición de “solidaridad” como una amenaza so pena de no cumplir con las
obligaciones tributarias “a como de lugar”. ¿Acaso el Gobierno Federal no
cuenta con recursos para la emergencia? ¿O se le acabó al Gobierno la
solidaridad con los contribuyentes, aún y a pesar de que muchos trabajamos por
nuestra cuenta y dependemos de los pagos que nuestros clientes hagan a las
cuentas pendientes de cubrir? ¿O tendremos que pagar el precio de ser
considerados fifís en este gobierno de la 4T?
Muchos
mexicanos vivimos al día, y si no se toman medidas como el diferimiento del
pago de la luz, del agua, de los impuestos, México estará enfrentando serios
problemas en el corto plazo, porque las prisiones podrán llenarse de
“contribuyentes incumplidos” pero las arcas federales no crecerán por arte de
magia, sin mexicanos que paguemos impuestos o por inversiones corridas del país
como venganza contra los inversionistas por decisiones tomadas en contra de la
cabeza de la 4T en tiempos pasados.
PD.
2. Lo peor de esta crisis por el COVID-19, para el presidente de México,
es que los ciudadanos, a velocidad supersónica, le están perdiendo el respeto y
la credibilidad y en una de esas podrían pedirle que aplique aquella de que
“cuando el pueblo no me quiera me voy”.
PD.
3. Ayer, durante su conferencia nocturna para informar sobre el avance del
COVID-19 en México, el subsecretario de salud, convertido a vocero del gobierno
federal, Hugo López-Gatell cambió el tono de su discurso, pasando de la
zalamería con su jefe, el presidente de México, a la burla para con los
ciudadanos y a la desesperación al problema que se ve venir.
Al
estilo de Vicente Fox, López-Gatell dijo anoche que la única medida “hoy, hoy,
hoy, es quedarse en casa por un periodo de un mes”, lo que deja claro que la
crisis no quedará resuelta el 19 de abril, sino hasta el 28 del mismo mes.
“Ello
-dijo López-Gatell, quien por cierto dicen los científicos que ya perdió el
respeto de este gremio al dejar de ser uno de ellos y convertirse en simple
político- no significa que no vayan a seguir aumentando los casos, y habrá
casos graves y va a haber muertes. Lo que se quiere lograr es que se retarde la
velocidad de los contagios, para lograr que haya camas suficientes para la
atención de estos casos”.
Me
parece que las decisiones para esta crisis fueron tomadas tardíamente por parte
del Gobierno Federal, aún y cuando gobiernos estatales se adelantaron y
rebasaron al presidente por la derecha, pensando en el bienestar de los
ciudadanos y en que los problemas derivados del contagio del COVID-19 fueran
los menos.
PD.
4. Alguien debería hacerle entender a Andrés Manuel López Obrador que el
ejemplo, el buen ejemplo, es un mensaje muy poderoso. ¿Por qué insistió tanto,
entonces, en no tomarse la temperatura en Mexicali, aún y cuando ha tenido
contacto con personajes que ya son casos confirmados de coronavirus? En este
momento, lo que menos se debe es mandar mansajes de autoritarismo, berrinche o
insensibilidad, cuando lo que se requieren son mensajes de optimismo y
solidaridad social.
Gracias
por recibirnos.
Hora de publicación: 21:46 hrs